La escuela de la vampirización de la vida viva.
La escuela de la vampirización de la vida viva.
He leído muchas respuestas cortas y más largas, reflexiones concienzudas, del mismo modo que he visto imágenes elocuentes que grafican la injusticia a la que han sido sometidas, en un momento de crisis y contracción del empleo, dos mujeres trabajadoras de la educación.
El motivo, los contenidos subidos a sus redes sociales personales.
Una de las más interesantes me resultó, la de ejército de reserva, ante la contracción del mercado de trabajo. A las mujeres se nos re-ubica en el ámbito doméstico, que sigue siendo lugar que se nos asigna a menos que nos necesite en otro espacio de producción. Debe destacarse que la reproducción de la vida y el trabajo no remunerado de cuidados es indispensable para todo el resto del sistema productivo.
Sin embargo, en lo personal me interesa reflexionar sobre el ejercicio de violencia interpersonal e institucional perpetrado contra las dos docentes.
Los contenidos de las redes sociales de ninguna persona "nos persiguen". Debemos ser sus seguidores, agregarlas como amigos, buscar sus perfiles. La capacidad de cada usuario de mantener sus perfiles cerrados o con filtros de admisión de usuarios, dependerá de su conocimiento de la aplicación en cuestión y de sus evaluaciones de riesgo de exposición y sus deseos o no de hacer públicos dichos contenidos.
En todos los casos nadie encuentra lo que no busca.
Quienes trabajamos como docentes, terapeutas, etc. particularmente con generaciones socializadas en la era de las "redes sociales", sabemos -en general- que nuestros estudiantes y pacientes, consideran "natural y legítimo" la práctica del "stalker". ¿Pero debemos hacerlo los profesionales de la educación, la salud y sus instituciones? ¿Qué estamos legitimando si lo hacemos?
¿Es válido vigilar o espiar una persona que mediante Internet utilizando las redes sociales u otros contenidos sobre ella en línea? Hay estudios que les llaman a estos sujetos observadores silenciosos o fantasmas, nuevos voyeurs. Las "redes sociales" de esta época, son más bien redes informáticas y de telecomunicaciones, que de red de sostén y efectiva afiliación social tienen, pero poco. No sostienen los cuerpos, poco pueden hacer en este sentido con los afectos pero generan infinitos juegos de imágenes que estimulan tanto el goce escópico voyeur como su contrapartida exhibicionista. Criticable o no,, es el espacio por excelencia donde toda una generación ha desarrollado todo un lenguaje de la experiencia social y cultural.
En este marco ¿Por qué un estudiante o una estudiante sigue a una docente en "las redes", con anuencia de este o no, con el fin de denunciarla? ¿Cómo es posible que cuando llega con un planteo de este orden a las autoridades educativas de la establecimiento al que asiste, en lugar de recibir un límite por buscar entrometerse en la vida privada (esto es extra laboral,, pública o privada pero no inherente a su rol) de su docente reciba un aliciente? ¿No se le señala que estos son ámbitos que no son de su incumbencia? ¿No se trabaja en torno a que no debería controlar intrusivamente a sus adultos referentes, menos con el fin de dañar su imagen? ¿No se toma esta instancia como una oportunidad pedagógica para distinguir la vida privada de la pública, el vínculo pedagógico del personal?
En el caso de que el o la docente hayan habilitado, dado permiso al estudiante para el acceso a un material restringido, este puede ser si un objeto de discusión en la organización educativa. Allí los roles se desdibujan y hay una habilitación ha compartir de modo privado algo que no es público. Se genera un ámbito de cierta intimidad fuera del espacio pedagógico. Lo que en sí, no tiene por qué ser objeto de sanciones sino de reflexión, aprendizaje y revisión del contrato pedagógico. Y en caso no revertirse puede si ser objeto de sanción. De lo contrario, el, los, las estudiantes están espiando a el o la docente en las redes. Lo que es tan reprobable como que le sacaran fotos en un bar, en la playa y las llevaran al colegio para dar cuenta de lo reprobable de su conducta. Las instituciones educativas y quienes trabajamos con los procesos de socialización debemos darnos espacios de estudio y reflexión sobre estos nuevos espacios donde se despliega la vida pública, privada e íntima. Todos esos planos tienen lugar en la vida en línea y es necesario reconocerlos y distinguirlos.
(No el legitimo y puede ser incluso ilegal, que seamos vouyers, espías, o detectives de otras personas. Mientras escribo esto recuerdo que tuvimos un caso de altas investiduras involucradas en escuchas ilegales que a su vez fueron ilegalmente grabadas y viralizadas. Estamos naturalizando todo tipo de transgresiones de la norma. La anomia es un animal peligroso)
Ahora la pregunta es por qué estamos hoy ante esta escena. En lo personal me encuentro continuamente en mi trabajo como psicoterapeuta trabajando con muchos de mis pacientes su derecho a no ser objeto de intrusión, así como a no vincularse desde la intrusión. El trabajo psíquico del reconocimiento del otro, en tanto otro, es sin duda una de las labores más complejas y cuya factura final nunca se alcanza. Siempre estamos en ese trabajo de ir al encuentro del otro, encontrarnos, des-encontrarnos, descubrir sus fronteras, las nuestras y reconfigurarlas.
Pero no parece ser esto lo que está en juego aquí, un intento torpe pero ético de ir en busca del otro y en particular de la otra sino la búsqueda de nuevas estrategias para la colonización de su vida. Estrategias que empiezan con adolescentes que se entrometen en las vidas de sus docentes, vaya a saber por qué antipatías, sigue con instituciones que validan esas tiranías y finaliza con el buen visto del Ministro de Trabajo y Seguridad Social.
Una verdadera ética del sometimiento que no es buena garante de la reciprocidad social. Así que seguridad poca, no sólo en el trabajo sino en los vínculos interpersonales donde, controlar, vigilar, e imponer "estilos de vida" que implican modos de vestir, pensar y relacionarse están validados por el miedo.
En el marco de "esta escuela" los femicidios, la violencia sexual, de género y generaciones, así como otras formas de explotación y sometimiento, no tienen límite legítimo.
Estamos frente a un cambio brusco de sensibilidad. No a todos se nos puede notar que somos seres sexuados, no todos podemos tomar algo para amenizar la fiesta. El mensaje parece ser claro: hay tiempos donde la fiesta es poca y para muy pocos. Lástima que no lo entendieron chicas: lo que sea, pero no queremos verlas bailar.
Como ya no podemos decir que algunas mujeres merecen sufrir violencia sexual por como se visten ¿podemos decir que no merecen ser respetadas como profesionales de la educación?
¿En una sociedad necrosada por un virus que ataca a millones en el mundo y miles en dos meses en el Uruguay, será muy pornográfico ver mujeres que gozan de su sexualidad, bailan, beben y tienen ideas propias?
¿Qué generan los cuerpos de las mujeres en tiempos de guerra y catástrofe?
En una sociedad aún más necrosada por un individualismo neoliberal y terrorífico que hace tambalear la vida de millones a nivel global por hambre o falta de asistencia sanitaria y que está poniendo al Uruguay frente a un abismo sanitario inédito, parece más sensato para algunos grupos buscar, una vez más cuerpos sobre los que descargar su violencia, que soñar con organizar la solidaridad para producir modos de sostener la vida y lograr que esta merezca ser vivida. ¿O resulta más sencillo castigar a quienes osan conservarla sin pedir permisos?
No se trata sólo de una ética del sometimiento, sino de una ética de la escasez, dónde la generosidad, la solidaridad parecen tambalear (aunque intente reorganizarse no logran discutir la hegemonía del sálvese quien pueda y del no hay para todos) parece necesario que muchos tengan poco y que la enorme mayoría meramente sobreviva para salvar no sabemos muy bien qué o a quién
Honneth siguiendo a Hegel, afirma que es una falacia la afirmación "mis derechos terminan donde empiezan los del otro". Cuantos más derechos colectivos nos garantizamos, más derechos singulares obtenemos. Sólo a través del reconocimiento y ampliación del derecho de mis semejantes, el cuidado de las instituciones que los garantizan y las solidaridades reciprocas de la comunidad, puedo ser reconocida y sostenida como ciudadana. Más para todos, más para cada uno. Menos para todos menos para cada uno. La gula capitalista está mostrando su enorme capacidad de producir miseria, devastación y muerte aun en la producción de opulencia.
¿Qué sucede cuando en lugar de ir en la línea de la expansión del Estado de Derecho vamos en su constricción? ¿Por qué ante esta retracción, la vida, la sexualidad y el cuerpo de las mujeres se vuelve territorio de disputa una vez más?
¿Qué generan los cuerpos de las mujeres en tiempos de guerra y catástrofe?
¿Qué hace que la vida, la sexualidad y el cuerpo de las mujeres sea vivido como un elemento perturbador en tiempos de crisis? ¿Qué fantasías de calma produce su control? Kramer y Sprenger ya se notaban algo movilizados por el tema. Pero quizás otros 500 años nos permitan seguir atando cabos.
Eliane Gerber Comba